lunes, 15 de junio de 2015

Un vestido lejano

Tomé entre mis manos aquel último vestido. Del rosa de los cerezos, apenas estrenado y ya se me hacía viejo. Escuché su latido. Acerqué mi rostro a la tela, arrimé la nariz para percibir la sal de un mar lejano, la arena coralina, las conchas desterradas por el suave oleaje hacia los cocoteros. Deshice los nudos de sus tirantes, agarré sus pliegues y lo abracé entero, sigiloso entre mis dedos. Volví a sumergirme en su memoria y respiré una y otra vez absorbiendo imágenes. Un último suspiro e introduje el vestido en la lavadora. Apreté el botón y aparté de allí mi mirada de lágrimas clandestinas. Después, dudé si aquel viaje fue real o sólo otra ilusión entre mis desvelos.