Era 15 de junio y sonaba un villancico tras
otro. Primero los peces en el río, después el arre burro arre. Alcanzaban el
tercer piso, a veces se expandían hasta el quinto. Seguían su curso el 3 de julio, el 16, el 28. Para finales de agosto marcaban su máxima potencia e incluso se añadía
alguno más al repertorio.
El 2 de septiembre Manolo abría la
puerta para dejar la basura sobre el felpudo. Vestía de Papá Noel, las
barbas blancas desparramadas como el sudor de su frente bajo las gafas. El
matrimonio de enfrente se disponía a bajar en aquel momento a la piscina, con
sus chanclas, bañadores y toallas. Lo miraron fijamente. Siguieron observándolo
sin decir nada. De fondo, las notas del ay el chiquirritín queridito del alma.
Manolo se quitó el gorro con borla
blanca y les devolvió al fin la mirada.
- Ya… Pero es que así el niño come.
Así sí come…
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